Así las cosas, los corredores buscan refugio, evasión o rapaces oportunidades para su fortuna. Pero no es una gran aspiración salvarse solo, anticiparse y ser el que supo prever para sí el futuro, el que se reservó el oro y un trozo exclusivo de La Tierra. Hay mucha pobreza en esa ilusión privada, (privada de sociedad). No todo es salvarse. No todo es ganar. No todo es vivir (o no habría suicidios). Hay que vivir con dignidad y poder compartirla.
Si sólo nos dan a elegir entre formas de caer, hagámoslo con dignidad. Elijamos cómo. No cedamos al chantaje del falso crédito que nos venden, no lloremos ofreciendo servidumbre a cambio de migajas. Porque no buscan salvarnos; buscan nuestra servidumbre. Caigamos sin que la consigan, y que pierdan también quienes apuestan con vidas ajenas, quienes apostaron por la vivienda inaccesible y los desahucios actuales, quienes apuestan por la miseria y la destrucción, quienes apuestan por el beneficio indiferente sin tributar nada a la sociedad que se lo otorga.
“Quien diagnostique hoy un crepúsculo sin amanecer es que está ciego, y quien hable de un amanecer sin crepúsculo es un ingenuo”, Ulrich Beck.
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