¿Es sólo un caso extremo? En ocasiones los ejemplos extremos tienen la virtud de exponer con claridad una lógica de funcionamiento confundida entre los árboles que no dejan ver el bosque. Veamos lo ocurrido en España.
Aquí ha sido necesario firmar créditos esclavizantes para acceder a ese bien básico que es la vivienda habitual cuyo precio amañan unas tasadoras que, como las mismas constructoras, dependen de los banqueros. Entre tanto, para controlar las condiciones que dificulten la fuga, se imponían cosas como la clausula de suelo, una retahíla de vinculaciones inexorables con el mismo banco, avales exagerados, intereses de demora abusivos, y se negaba la dación en pago. Si exigían estas condiciones sólo puede ser porque ellos sí sabían lo que estaba por venir, a pesar de que animaran el exceso de endeudamiento. Por supuesto el banco no sólo gana con los créditos sino con lo que les aportan la mayoría de las empresas, (que si no son suyas les deben dinero), sostenidas con el trabajo de los esclavos.
Agotado el recurso de la burbuja inmobiliaria, y con gran parte de la población entrampada y dando frutos mensuales, es necesario reinventar las nuevas condiciones de la esclavitud para las nuevas generaciones. Los banqueros enfurruñados y convencidos de que nuestra “unidad de destino en lo universal” es levantar su país con nuestro trabajo, se reúnen y deciden: “si no podemos vender caro lo que necesitan para vivir, paguemos menos. La alarma social por el miedo al paro que nosotros mismos hemos creado nos ayudará a cambiar las leyes”:
“Si entre tanto los beneficios bajan un poco, no pasa nada, para eso está el erario público, para recapitalizarnos ¿O no era para eso?”
Y pensando en el futuro, el acaparamiento de tierras va preparando la burbuja de precios en la alimentación que obligará a los nuevos aprendices de esclavo a endeudarse para comer.
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- El hambre a las puertas del imperio: cultivando el desastre
[Actualización:]
- Rajoy se reúne con los banqueros para preparar sus primeras medidas
- El Gobierno indulta al consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz
- Alfredo Sáenz insta a "desmontar" de urgencia el estado de bienestar europeo (Artículo de 2004, aún sin la disculpa de la crisis que estaban preparando)
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