21 dic 2011

Sobrevive la verdad

Se han publicado muchos libros contando e interpretando la guerra civil española y la posterior represión franquista. Cabe preguntarse cuáles de entre ellos perdurarán y serán seleccionados por quienes en el futuro quieran volver la mirada sobre ese periodo negro de nuestra historia. Cualquiera puede juntar palabras y explicar su particular visión, pero cuando alguien quiera ir a la verdad, a los hechos, no todo tendrá el mismo valor. En el honesto trabajo de quien se ha tomado la molestia de recorrer los pueblos escuchando recuerdos y mirando a los ojos de quienes vivieron de cerca lo que ocurrió hay una solidez mineral que dejará tendido su valor en la cuerda del tiempo cuando todas las vaguedades y las manipulaciones vayan cayendo. En el libro Desaparecidos sin causa no sólo se nos revela una zona hasta ahora blanca en el mapa sino que además se nos ofrece con el valor especial de la primera mirada. Y en el caso de muchas de las personas que cuentan aquí sus recuerdos, esta escucha será la única que haya tenido lugar.

Pedro González de Prado nos revela una parte del mapa pendiente y al hacerlo aparece una vez más esa verdad que suele taparse con la arena confusa de “una guerra y dos bandos” como en una película barata. Esa verdad nos habla de una despiadada represión sin resistencia, sin causa ni oposición, prolongada después de la guerra y extendida allí donde ni siquiera la hubo; una masacre que tuvo lugar aun cuando sus víctimas jamás hubieran empuñado otra arma que su palabra. La represión cruel e impune delata la verdadera intención de quienes iniciaron la contienda: el exterminio ideológico a través de la aniquilación de quienes se sentían libres para pensar y para hablar. Expresarse libremente es por tanto el mejor homenaje a quienes padecieron aquel genocidio. Hablemos pues. No sólo los testigos o los descendientes de quienes murieron, no es eso. Hablemos todos quienes queremos sentirnos libres para pensar y para hablar. Sean quienes sean los antepasados de cada uno, (a menudo en ambos lados, a menudo engañados o presionados para alistarse, en ocasiones arrepentidos sin poder decirlo), todos somos -como creados de nuevo- permeables a la verdad, capaces de reflexión y responsables de enunciar la realidad que vemos. Erraron el tiro quienes creyeron que la verdad y las ideas incómodas mueren con las personas que las enuncian.

Más allá de interpretaciones, en este libro tenemos la realidad contada por quienes la vivieron. Son palabras silenciadas, memoria impedida, historia ocultada, voces que faltaban en nuestros oídos. Voces que necesitan altavoces para despejar aquel silencio del miedo. Si la justicia no pudo ser, si la reparación se negó, si hasta la memoria quieren exterminar a pesar de que los profesores enseñan el valor de conocer la historia, si la verdad aún puede molestar a alguien, eso es señal de que la verdad es necesaria: aún es necesario buscarla y darle voz. Seamos el eco necesario. Son reflejos de una hoguera antigua retenidos durante décadas. Lumbre que no pudo apagarse. Rescoldo pausado que en el campo inerte aún ofrece calor, crepitando sigilosamente, cuando los soldados ya se han ido pero los cuerpos siguen tendidos como cayeron.



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12 dic 2011

Sueño y pesadilla de Europa en el dormir de los ciudadanos

- ¿Integración fiscal? Sí, incluso global, pero con más progresividad. No puede ser que la crisis la paguen los mismos que más la están padeciendo y no los que la han provocado o los que se beneficiaron de la burbuja.
- ¿Más Europa? Sí, incluso más ONU, pero con verdadera democracia y transparencia.
- ¿Austeridad? Sí, pero no precisamente entre quienes ya viven en la pobreza o cerca de ella sino por parte de quienes más recursos emplean contribuyendo al calentamiento global.
- ¿Más trabajo? Sí, para todos los que no lo tienen, repartiendo el que existe en el mercado o creándolo con presupuesto público.
- ¿Límite a la deuda o incluso al déficit? Sí, siempre y cuando se eliminen los límites a la tributación de las rentas altas de modo que ante la necesidad estas aumenten su cuota para evitar el colapso de los derechos sociales y la implosión de la economía básica.
- ¿Tratar a cada país según su saldo? No. Eso no. Es una trampa comparar las cuentas territorialmente en un mercado común. La riqueza de una región puede haber salido de los negocios en cualquier otra. Y por la misma razón no se puede pedir que un territorio, incluyendo sus pobres, pague las deudas de otro. En lugar de ello se debe equilibrar la riqueza de quienes se han beneficiado, estén donde estén, con la suficiencia de todos.

Sólo con integración social llegará una verdadera Unión Europea. Hay que evitar que las grandes empresas sigan jugando con los países de modo que las diversas administraciones tengan que competir a la baja en leyes fiscales, laborales y medioambientales para atraer inversiones.

Pero por desgracia los políticos actuales están arruinando el atractivo de la UE al vincular la integración de los países con las políticas que favorecen a la gran banca y a las grandes fortunas en detrimento de la mayoría de los ciudadanos. Entre tanto ahí continúan los derivados financieros, los paraísos fiscales -incluso dentro de la propia UE- o los improductivos fondos de inversión globales que vienen a suponer una fuga de capitales legal y alimento para la criminal burbuja alimentaria.

Las mentiras delatan sus intenciones: el déficit no es el responsable de la crisis, como afirman; no había déficit cuando esta se inició; fue la crisis la que trajo el déficit; y son los años de bajadas de impuestos a las rentas altas y los años de liberalización de mercados los que crearon las burbujas y los que han traído las crisis actuales, incluida la más grave crisis ecológica, despreciada en Durban.



Construyendo una Unión Fiscal en Europa - Miguel Otero from ATTAC.TV on Vimeo.

25 nov 2011

Libre mercado de esclavos

Veamos cómo funciona el trabajo esclavo hoy día:
El empresario te paga un salario por tu trabajo, pero ese mismo empleador controla la oferta de las principales cosas que necesitas para vivir. De modo que puede vendértelas a un precio tan elevado como te sea posible pagar... incluyendo el endeudamiento que puedas avalar con tu trabajo futuro. El control de las condiciones que dificultan la fuga hace el resto.

¿Es sólo un caso extremo? En ocasiones los ejemplos extremos tienen la virtud de exponer con claridad una lógica de funcionamiento confundida entre los árboles que no dejan ver el bosque. Veamos lo ocurrido en España.
Aquí ha sido necesario firmar créditos esclavizantes para acceder a ese bien básico que es la vivienda habitual cuyo precio amañan unas tasadoras que, como las mismas constructoras, dependen de los banqueros. Entre tanto, para controlar las condiciones que dificulten la fuga, se imponían cosas como la clausula de suelo, una retahíla de vinculaciones inexorables con el mismo banco, avales exagerados, intereses de demora abusivos, y se negaba la dación en pago. Si exigían estas condiciones sólo puede ser porque ellos sí sabían lo que estaba por venir, a pesar de que animaran el exceso de endeudamiento. Por supuesto el banco no sólo gana con los créditos sino con lo que les aportan la mayoría de las empresas, (que si no son suyas les deben dinero), sostenidas con el trabajo de los esclavos.
Agotado el recurso de la burbuja inmobiliaria, y con gran parte de la población entrampada y dando frutos mensuales, es necesario reinventar las nuevas condiciones de la esclavitud para las nuevas generaciones. Los banqueros enfurruñados y convencidos de que nuestra “unidad de destino en lo universal” es levantar su país con nuestro trabajo, se reúnen y deciden: “si no podemos vender caro lo que necesitan para vivir, paguemos menos. La alarma social por el miedo al paro que nosotros mismos hemos creado nos ayudará a cambiar las leyes”:
“Si entre tanto los beneficios bajan un poco, no pasa nada, para eso está el erario público, para recapitalizarnos ¿O no era para eso?”

Y pensando en el futuro, el acaparamiento de tierras va preparando la burbuja de precios en la alimentación que obligará a los nuevos aprendices de esclavo a endeudarse para comer.

19 nov 2011

#Jornada de inflexión

Una verdadera jornada de reflexión no debería pasar desapercibida en nuestra vida. En algunos casos las conclusiones deberían perdurar, quizá marcar una referencia para el futuro o incluso, por qué no, ser un punto de inflexión en un camino demasiado previsible. Esto es algo que en el pensamiento político ya ha ocurrido en el pasado reciente sembrando algo de esperanza en el mundo, aunque, por desgracia, a partir de una minoría.

Hace ya más de una década que surgieron numerosos movimientos sociales contrarios a la globalización económica neoliberal. Aquellas “revueltas” de la conciencia colectiva no fueron tenidas muy en cuenta por parte de quienes gobernaban, y entre la mayoría de la población no parece que inspiraran mucha confianza visto el resultado de las elecciones posteriores. Pero tampoco fueron inútiles y al menos hizo aparición el Foro Social Mundial junto a otras organizaciones que tratarían de dar voz a la inteligencia ética compartida. Es el caso de Attac que desde entonces reclama una tasa a las transacciones financieras como primera medida reconocible para una justicia económica global. Hoy en día es noticia permanente el resultado del desmadre financiero que denunciaban, esa tasa global es solicitada por algunos de los gobiernos más poderosos de la UE, y aunque todavía afronta una gran resistencia, ya forma parte del imaginario popular cotidiano. Los hechos están dejando en evidencia las fallas del sistema económico aún vigente, y que no eran vaguedades marginales las quejas y las demandas de aquellos movimientos. Más bien, por ser reivindicaciones surgidas de la conciencia y del conocimiento no “patrocinado”, eran precisamente las más sensatas  y las más adecuadas para el bien común.

Aunque están pendientes las consecuencias últimas de la crisis económica, acentuada por una loca huida hacia adelante, desde el punto de vista teórico creo que la misma ya está amortizada. Por mucho que nos hablen de ausencia de alternativas fiables o viables, la realidad es que sí existen alternativas (1) (2). Otra cosa es que no gusten a quienes salían beneficiados con los desequilibrios del pasado, o a quienes están ganando poder con el empobrecimiento de la mayoría. Lo asombroso es que una buena parte de la sociedad siga poniendo su confianza en los mismos y en la misma ideología que nos ha traído hasta aquí, (con máscara socialista o con máscara liberal). Parece ser que necesitan ver las ruinas completas para reaccionar, y todavía esperan un milagro salvífico que les permita creer que no estaban equivocados. Ya dicen los libros de pedagogía que uno de los pasos más difíciles para cualquier mente -infantil o adulta- es romper con la coherencia del relato vital propio y con lo que uno ha sido o ha defendido.

Pero en realidad no nos enfrentamos sólo a una crísis económica. Hoy en día emergen nuevas reivindicaciones colectivas, nuevas preocupaciones globales que ya llevan tiempo debatiéndose entre las mentes más concienciadas. Sin embargo parece que, como en la década anterior, pesarán más los hábitos que la razón, y tendrá que venir la realidad con su dura evidencia para confirmarnos la verdad. Supongo que ahora tampoco se atenderá demasiado a quienes no dirigen algo, no sé, una institución oficial, un gran ánimo de lucro muy animoso, un “think-tank” bien pagado, una universidad patrocinada, un centro de estudios con “interesantes” conclusiones previas a los estudios que casualmente las confirmarán... Quizá dentro de una década volvamos a preguntarnos por qué no supimos verlo, por qué no reaccionamos a tiempo. Y sin duda quiénes ahora inviertan en anticiparse habrán entrado con ventaja en ese futuro.

Esta es mi propuesta de reflexión para hoy, un excelente, alarmante y precioso documental: Una granja para el futuro (48 min.)




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7 nov 2011

Beneficios legales

Cada sistema legal establece una forma concreta de distribuir los flujos de riqueza, (entre otras muchas cosas). Un sistema legal viene a ser por sí mismo algo parecido a las tablas del IRPF. La redistribución de la riqueza no viene determinada sólo por estas tablas sino también por todas las demás leyes que configuran lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer en lo que atañe a la economía de un país. Esa programación legal, que engloba todas las leyes laborales, fiscales, medioambientales, de protección social y de servicios públicos obligatorios, determina una forma concreta de repartir el resultado económico. Es decir, tanto quien se enriquece como quien cae en la miseria no llega a esa situación por su cuenta y sólo por sus propios méritos o deméritos, como pretenden hacernos creer los defensores del actual modelo centrado principalmente en el mercado libre, sino que el entramado legal de la sociedad determina en gran medida a quién ha de favorecer más y a quién ha de hundir, qué talentos han de valorarse más y cuáles menos, o hasta qué punto hemos de sacrificar nuestra vida y nuestro medio ambiente en el altar del sacrosanto PIB y sus patronos.

De modo que en realidad, todas las rentas y todos los beneficios los decidimos en el marco legal del que nos dotamos. En un estado de derecho no caben emprendedores independientes cuyo beneficio puedan considerar suyo como si vivieran por sus propios medios en una selva. En un estado de derecho ese bosque es la sociedad, además del medio ambiente compartido. Los empresarios sólo pueden serlo en la medida en que ese bosque social sea próspero y por ello brinde oportunidades. Cuando alguien que se ha enriquecido pone el grito en el cielo por el porcentaje de ganancia que debe a hacienda, (mucho menor que en el pasado), debería pensar también en la ganancia con la que la sociedad le ha retribuido por sus supuestos méritos. Estos miopes que justifican sus beneficios como si fueran independientes vaqueros en la pradera no quieren asimilar que la pradera de la que sacan sus rentas es el trabajo de todos y el consumo que los trabajadores pueden realizar con sus salarios. Viven de la sociedad y de las leyes que determinan el reparto de ganancias de ese trabajo. Deberíamos llevar a cabo una reflexión colectiva sobre la retribución del verdadero mérito y hasta dónde debe llegar esta.

En España quien gana mucho dinero especulando, ya sea por haber calculado bien qué iba a subir o a bajar en bolsa de un día para otro, ya sea por haber recibido la información confidencial oportuna o por la suerte de su posición social de partida, se quedará con el 79-81% del beneficio así obtenido, con independencia de la cuantía o de su riqueza, bastante más que cualquier profesional cualificado que obtenga un salario por haber dedicado años de estudio y especialización a un talento realmente útil para los demás. Fue en 2007 cuando nuestro sedicente socialismo desvinculó las rentas del capital de las del trabajo, todo un hito fiscal por el que a buen seguro, corrió mucho cava entre los afortunados con ese premio. Es decir, quien tenga dinero tiene claro que con nuestras leyes la primera opción no es ni formarse ni invertir en algo productivo sino colocarlo en manos de expertos gestores de fondos de inversión global, (léase fuga de capitales). Ahora el PP ha propuesto que las rentas del capital ganen aun más a costa de las arcas públicas, (rebajando su tributación). Con el PPSOE (y sus muletas CiU-PNV) las medidas son las mismas en tiempos de beneficios y en tiempos de crisis. Antes para competir mejor en este mercadillo de naciones y ahora para salir de la crisis a la que nos ha llevado lo anterior, pase lo que pase se empuja hacia el mismo lado. ¿No cunde alguna sospecha de hipocresía entre sus votantes o acaso son todos millonarios?

Por otro lado, si hablamos de mérito, de valor social a reconocer, ¿acaso no tiene ningún valor la vida por sí misma? ¿No deberían garantizarse unos derechos sociales mínimos con independencia de lo que uno logre hacer? Sanidad, educación, vivienda y una renta básica para cubrir las necesidades vitales son recursos a los que todo el mundo ha de tener acceso y por los que el estado tiene obligación de velar, aun cuando luego se exigiera un trabajo en compensación. Si lo que preocupa es que se pueda vivir sin trabajar, búsquese un trabajo para quien lo necesite. Quien administra las leyes y la recaudación tiene capacidad para hacerlo. No es lo mismo exigir un esfuerzo que dejar en la miseria a una parte de la población sin posibilidad de utilizar su esfuerzo, especialmente cuando sí hay cosas importantes que el estado debe promover. El colmo del cinismo es rebajar la protección social con el argumento de que eso estimulará la búsqueda de empleo cuando tenemos en las colas del paro millones de personas pidiendo trabajo, personas que en el pasado reciente han demostrado su disposición al trabajo porque no estaban en paro. Aunque todas estas personas fueran ingeniosos y “hambrientos” emprendedores, eso no cambiaría el número de empresas o de puestos de trabajo que pueden crearse. Ese número está condicionado por las posibilidades de la demanda, una demanda que mengua precisamente cuando las leyes restan derechos y riqueza tanto a la mayoría de la población como a los estados.

¿Y acaso el equilibrio ecológico del que en última instancia dependemos todos no merece un valor que supedite la “creación de riqueza” a este equilibrio? En multitud de ejemplos ocurre que lo que llamamos “valor añadido” no es sino proliferación de caprichos vanos cuya producción deteriora el clima. ¿Merece la pena un crecimiento económico y un empleo a tiempo completo dedicado a deteriorar esa estructura permanente de nuestra vida que es el medio ambiente para producir la renovación continua de lujos provisionales? Es curioso escuchar a sedicentes liberales afirmando que la propiedad privada es sagrada. Quizá ha llegado la hora del agnosticismo. Hemos sustituido la tiranía de los estados, (el antiguo absolutismo o los totalitarismos del siglo XX),  por la multiplicación de tiranías privadas. Sin embargo, el uso de la propiedad particular no debería pasar por el deterioro del bien común. Por mucho que mi finca sea mía, no debería poder utilizarla para degradar en ella la atmósfera compartida, o para plantar césped mientras algún vecino se esté muriendo de hambre. Las leyes que dejan el mundo a la suerte que pueda correr con la proliferación de iniciativas privadas nos han traído el peligro climático, el deterioro social en los países prósperos y la explotación inhumana en los empobrecidos.

Tanto la distribución de los flujos de riqueza como la posibilidad de morirse de hambre o la de provocar el colapso del clima dependen de las leyes de las que nos dotamos, y las leyes actuales abogan en casi todo el mundo por la defensa del despotismo privado sin restricciones, y por la desprotección de las personas y de su entorno. Al mercado libre en el que compiten los déspotas no le preocupan ni el mérito ni la vida. Su funcionamiento es inconsciente como el de un autómata, y regular a favor de su expansión sin límites es como eliminar esos valores de la sociedad. Quien se esfuerza en ganar mucho no está realizando ningún bien social con ello. Eso depende del marco legal en el que se decide cómo se puede ganar mucho, qué tipo de esfuerzo se ha de premiar. Y en el mercado actual ese esfuerzo que se premia bien puede compararse al de un pirómano, al de un fanático o al de un psicópata. ¿Merecen premio los desvelos de estos tres ejemplos por muy sacrificado que sea su empeño? ¿Merecen el premio que no dejan de llevarse los banqueros que provocaron la burbuja inmobiliaria y la crisis, o los dueños y ejecutivos de las grandes corporaciones que se llevan los beneficios a los paraísos fiscales y la producción a los infiernos laborales?

Los adalides del mercado abogan por que las leyes del estado no defiendan los valores sociales y ambientales, dejándolos a merced de la caridad y de las opciones individuales. Sin embargo para ellos es crucial que las leyes sí defiendan la propiedad privada plena y libre de interferencias. De ese modo el medio ambiente y las necesidades humanas más básicas se convierten en una fuente de negocio y servilismo. Pero además esa forma de regular la economía determina unos límites para las posibilidades de la acción concienciada individual. Por mucho que los ciudadanos quieran comprometerse personalmente con el medio ambiente o con la solidaridad, es imposible que conozcan todas las implicaciones de su consumo, (qué materias primas componen todos los bienes entre los que pueden elegir, de dónde y cómo se extraen, en qué condiciones se fabrican, si los trabajadores son niños esclavos o no, si se basan en tratados comerciales justos, si dependen de la corrupción y el apoyo a tiranos, etc.). Los individuos concienciados luchan en desventaja contra un sistema legal que encauza unos flujos económicos en sentido opuesto. Esa lucha es como fregar con el grifo abierto vertiendo agua sobre el suelo, (viejo dicho nórdico). Y a menudo también es imposible que los pequeños productores puedan sustraerse a las condiciones de competencia del mercado que establecen las leyes: incluso si un productor se planteara una forma sostenible de producir implantando métodos más responsables aunque fueran más costosos, quedaría en desventaja frente a quienes se aprovechan de lo que la ley permite, y al no vender se hundiría.

La única posibilidad real de cambiar las cosas pasa por cambiar las leyes y la gobernanza. Y la opción individual que realmente cuenta es la conciencia política y su orientación transformadora a través del voto, la implicación en el debate, la vigilancia de las instituciones y la participación democrática. Los partidos comerciales no pueden representar a los ciudadanos.








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16 oct 2011

15O - 1ª Manifestación Mundial

Lo siento por los escolares a los que no les guste la historia. Ya tienen otra fecha que aprender. ¿Cuándo tuvo lugar la 1ª Manifestación Mundial? Un hito histórico que, con independencia del grado de adhesión que haya logrado en cada ciudad, supone un paso significativo en la historia de la humanidad. Es la primera vez que una convocatoria de manifestación internacional tiene eco y respuesta en todos los continentes, en todas las  horas. Todo empezó más allá del amanecer, (Australia, Nueva Zelanda, Japón)...

Pasada la manifestación el mundo sigue fracasado, enfermo y desequilibrado, pero no es igual.

Extrañamente sigue habiendo demasiadas personas que se quedan en casa, que no protestan y que no piensan cambiar su voto. Muchos han dado un paso inédito pero de los demás depende que ese paso abra un nuevo camino.




Las crónicas del #15O
Sol ilumina medio mundo
15-O: La indignación de Sol contagia al resto del planeta


united for #globalchange                                                                                                      unidos por un cambio global


11 oct 2011

#15O Por una democracia global


¿Querían globalización del mercado? Ahora tenemos motivos globales para una protesta global en pos de soluciones globales. Cada cual lo resume a su manera pero todos compartimos un mismo fondo: la reivindicación de verdadera democracia y justicia social. Esta es mi pancarta virtual:

  • Instituciones globales democráticas y transparentes.
  • Equiparación internacional de normativa fiscal, medioambiental, laboral y de derechos sociales.
  • Eliminación de paraísos fiscales.

Lugares en los que hay convocada manifestación:

http://map.15october.net/
 Hazte eco







15-O ocupemos las calles: contra la dictadura de los mercados financieros y en defensa de la democracia
15 de octubre: el sueño de un “nuevo poder ciudadano global”
- El 15-M se moviliza en la red para su primera protesta global 

- Cómo combatir las excusas para no ir a una manifestación
- DOMINGO 15 DE OCTUBRE : MANIFESTACIÓN PLANETARIA CONTRA EL ACTUAL E INHUMANO SISTEMA



10 oct 2011

El disenso de Washington

Lleva tantos años haciendo daño que ya no lo defiende ni su padre, (el economista John Williamson). El llamado “consenso de Washingtonha arruinado a demasiados países, dejando demasiadas víctimas reales, como para ser abanderado por nadie. Y sin embargo sigue aplicándose como una inercia letal a falta de alternativa, o a falta de carácter político para adoptar otras medidas, o quizá porque en el fondo nunca se ha creído en él sino que responde a intereses muy concretos. 
El documento titulado "Lo que Washington quiere decir por política de reformas", elaborado por el mencionado economista para recoger la doctrina económica predominante en el momento en que caía el muro de Berlín, se convirtió en la hoja de ruta a imponer en todos los países de economías débiles a los que se presionó política y económicamente, o que pudieron verse en la tesitura de necesitar ayuda internacional, o cuyos gobiernos neoliberales quisieron financiar un hipotético desarrollo vendiéndose a la endiablada ayuda del FMI y el BM. Sin embargo esa mal llamada ayuda, condicionada a innumerables recortes públicos, arrastra tales fracasos que el propio redactor del documento se ha desentendido de su defensa y ya en 2008 lo denominó “hijo ilegítimo.
Estas políticas consisten básicamente en “desregular el mercado”, o lo que es lo mismo, regular a favor de un mayor mercadeo de todo, desde el trabajo a los recursos naturales, pasando por la vivienda, los bienes de primera necesidad y los servicios sociales; y se concretan en cosas como:
  • Abrir los mercados a la economía global sin importar el nivel de desarrollo o la fuerza de los competidores globales que accedan al país.
  • Privatizar las empresas estatales y los servicios públicos, y reducir la protección social, (considerándola siempre “gasto” en lugar de “inversión”).
  • Bajar los impuestos a los dueños de los recursos productivos y a las rentas más altas.
  • Rebajar las condiciones mínimas exigibles a todo puesto de trabajo, (“flexibilizarlo”).
  • Y en general, aceptar el dogma de que lo mejor es dejar que el mercado regule la economía y la vida de todos en función de sus intereses.
La consecuencia de todo esto es la ruina de los derechos sociales. La mayoría de las personas quedan en manos de la dictadura económica de poderes privados, y la miseria crece puesto que los servicios privatizados sólo llegan a quien tiene dinero y en la medida en que lo tiene. Pero además las pequeñas empresas se ven arrolladas por la competencia de las multinacionales que se sirven de ventajas ilegítimas en otros países, (como paraísos fiscales y mano de obra esclava); y en conjunto, la demanda interna se contrae por el aumento de la desigualdad y por la renuncia a un sector público que pueda ejercer de tractor de la economía. Hay que tener en cuenta que la desigualdad deteriora la riqueza de un estado por sus dos polos: por un lado aminora el consumo local de una población castigada con el empobrecimiento forzado para hacerla productiva, “barata”, “rentable”, y por otro lado permite la acumulación de capitales rentistas, (no productivos), que se dedican a la especulación y a la creación de burbujas en el mercado global a través de fondos de “inversión” que equivalen a una fuga de capitales.

En la práctica, las medidas que se imponen como condición a la ayuda financiera vienen a ser como rescatar a alguien que se ahoga con un “flotador” de plomo. Sólo la sospecha de que en realidad se pretendía robar al ahogado podría explicar el ensañamiento que lejos de cumplir con la intención anunciada, acaba con el necesitado.

Tampoco parece muy razonable la política de sanciones dentro de la UE: sancionar a un país por su déficit es como sancionar a los pasajeros de un autobús por las imprudencias de su conductor. Persigamos a los infractores particulares, quienes sean, y desincentivemos así la corrupción y que quien dirige la economía actúe con negligencia. Es absurdo sancionar a todo un país, con sus niños y estudiantes dentro, comprometiendo el futuro de ese país por la corrupción y la mala gestión de unos pocos. En lugar de ayudar a los países, lo que se está haciendo es castigar a las víctimas de los infractores y luego se coloca a estos en cargos aun mejores.

La ayuda internacional a los estados que la necesiten debería renunciar a cobrar un interés, o tener interés negativo, o incluso darse a fondo perdido. Lo contrario no es ayuda: puesto que sigue una lógica de negocio bancario, esa ayuda, como toda deuda, dificulta la recuperación porque ha de retraerse del beneficio que vaya generándose, (suponiendo que se genere). Aun así este préstamo podría no ser letal para el prestatario si no fuese acompañado de las mencionadas exigencias, esos hipócritas dogmas que sólo convienen al prestamista. Lo que se les pide a los países prestatarios lastra definitivamente la actividad económica que podría generar los retornos necesarios para devolver la deuda. De ese modo el país ha de vender baratos todos sus recursos. Pero la alternativa no pasa por donar sin exigir ninguna corrección, sino por pedir al gobierno en cuestión unas medidas que realmente fortalezcan el país y a su población, y que les permitan remontar económicamente. Estas medidas posibles pueden dividirse en dos grupos, unas políticas y otras económicas.

Medidas de recuperación económica:
  • Subida de impuestos sobre todo a las rentas altas y grandes empresas que mantienen beneficios, (no necesariamente a las pequeñas empresas).
  • Creación de un sector público fuerte:
    • Especialmente en los bienes de primera necesidad que constituyen los derechos sociales, (incluida la vivienda), de modo que el control público de su producción -no sujeta a los límites y fluctuaciones del mercado- pudiera proporcionar una mayor estabilidad a su oferta. 
    • Banca pública que priorice el crédito a los sectores productivos locales, a las pymes, a las empresas de economía social y a la innovación ecológica.
    • Creación de empleo mediante demanda pública orientada a la regeneración ecológica basada en impuestos y no en la creación de más deuda.
  • Redistribución de la riqueza de modo que esta se retraiga de la especulación y el consumo de lujo internacional, y nutra a las personas con necesidades de consumo local. Esto se haría mediante vías indirectas como la provisión de servicios públicos mencionados, y por medio de vías directas como:
    • Leyes laborales protectoras del empleo, el horario y el sueldo, con verdadera inspección y penalizando el dumping internacional.
    • Reparto del trabajo hasta eliminar el paro estructural.
    • Renta básica, subsidios para necesidades básicas, complementos salariales públicos para trabajadores precarios o con sueldos bajos, aumento del salario mínimo.
    • Reactivación de la agricultura local orgánica familiar o cooperativista, mediante tierras públicas en usufructo para quienes quieran optar por esa autogestión suficiente.
    • Favorecer a las empresas de economía social, cooperativas, sociedades laborales, etc., así como la participación de los trabajadores en la propiedad y en la gestión del resto de las empresas.
  • Condiciones provisionales a la entrada de empresas y capitales extranjeros para evitar la competencia ventajosa, empresas que sin duda tendrían interés en acceder a esa renovada demanda local.
  • Lucha contra el fraude fiscal honesta -con medios- y compartida internacionalmente.

La subidas de impuestos suelen desalentarse con el argumento de que suponen fuga de capitales, pero esto no ocurriría si los impuestos se equiparasen en toda la zona de libre comercio. A esta equiparación debería unirse equiparación en normativa laboral, en derechos sociales y en restricciones ambientales. No puede haber fuga de capitales cuando dichas leyes son iguales en todos los lugares a los que puedan fugarse. Competir a base de leyes que rebajen exigencias, competir a la baja, nos llevará a la ruina social de casi todos, (los triunfadores de la economía siempre serán minoría por definición), y también nos llevará a la ruina ecológica de todos.

Dado que en la UE estamos en un momento crítico, lo lógico sería Igualar la fiscalidad a la del país de la UE con mayor presión fiscal. ¿Acaso es imposible? ¿Por qué ha de considerarse utópico que todos los países hagan algo que ya está haciendo alguno? ¿Qué impide hacerlo? Lo único que lo impide es la resistencia política por parte de los poderes económicos dominantes junto a la falta de conciencia ciudadana necesaria para votar en favor de esa opción. Cuando en una vivienda falla la estructura, los vecinos ponen una derrama para arreglar los daños y se sube la cuota para que no vuelva a ocurrir. Hay que comprender que el bien común es bien para cada individuo como el estado del bosque afecta a cada uno de sus habitantes; es el entorno del que puede nutrirse y en el que puede prosperar cada individuo. En los estados modernos ese bien común requiere inversión colectiva y gestión transparente y democrática de la misma. Sin eso no hay salida.

Medidas políticas:
A menudo se trata de imponer las medidas neoliberales justificándolas con la corrupción política y con la mala gestión de lo público, como si la “subsidiada” banca privada no hubiera demostrado la "calidad" de su gestión. Merece la pena recordar que Suecia, el país de la UE con mayor presión fiscal y con un 25% de trabajadores en el sector público, es también uno de los más competitivos del mundo, y no destaca precisamente entre los países señalados por la crisis. Una cosa es mejorar la gestión y otra eliminarla. Por otro lado también es pública y notoria la corrupción privada en forma de evasión de impuestos, o en forma de colaboración con la corrupción política. De hecho, la corrupción no es otra cosa que el afán de lucro particular interviniendo un poder que debería ser sólo democrático. Los políticos son corruptos precisamente por pasar a actuar como agentes privados con el gobierno a favor de su capital y el de sus amigos o aliados. Esos políticos actúan como lobbistas de su propio patrimonio. En lugar de entregar más poder a otros particulares mediante privatizaciones, que en el fondo es lo que buscan los que alimentan la corrupción, lo correcto sería decir, quitémosles poder a esos políticos y a esos banqueros democratizando más el poder, con mayor participación ciudadana en las decisiones -no una sola vez cada cuatro años-, y exigiendo una total transparencia institucional que revele los conflictos de intereses y lo que deberían ser incompatibilidades:
  • Transparencia institucional total e información abierta para los ciudadanos y para quienes pongan la ayuda internacional
    • Todo ciudadano ha de poder conocer en que se está gastando cada partida del presupuesto público.
    • Posibilidad constante de auditar las cuentas públicas por parte de asociaciones y colectivos sociales.
  • Mayores controles democráticos ciudadanos que puedan impedir la corrupción, el sostenimiento en el poder de estafadores, y la toma de decisiones arbitrarias. (Por ejemplo facilitar las Iniciativas Legislativas Populares, la revocación de cargos, y los procesos consultivos).
  • Acceso a conocimiento, autoformación, información y comunicación libres. Lo que se traduce en acceso a Internet público y gratuito.
  • Potenciar la independencia del poder judicial así como su financiación y su protección internacional.


No son medidas utópicas sino medidas que ya están funcionando en diversos lugares o que han funcionado en otros tiempos. La ayuda internacional puesta así en el circuito de la economía real con estas exigencias, reactivaría realmente esta economía, saneándola además con la transparencia y con un control democrático que evitasen el desvío de los fondos. La deuda tendría posibilidades de ser devuelta y, sobre todo, el país podría salir de la ruina, que es de lo que se trata. La inocencia de este planteamiento está en observar la política económica internacional bajo el prisma de lo que debe ser. La realidad es que los países actúan como competidores en pos de la hegemonía y del interés nacional, y bajo esa premisa jamás se intentará verdaderamente ayudar a los vecinos. No al menos mientras carezcamos una democracia global, con instituciones económicas sometidas a un control democrático sin fronteras en lugar de estar supeditadas a los intereses de los grandes capitales y sus gobiernos afines. Otro gran  rival de estas políticas es la banca, (la gran banca sobre la que actualmente pivota la economía): si la población dispone de recursos propios y de bienes públicos (como viviendas sociales) no necesitará los créditos que constituyen su razón de ser.

Sin embargo, teniendo en cuenta la crisis financiera internacional, lo lógico sería que todos los países se pusieran de acuerdo en aplicar estas últimas medidas para reactivar conjuntamente la economía desde el sector público. Keynes llegó a decir que en estos casos el estado debe poner a trabajar los recursos aunque fuera para hacer agujeros inútiles que luego debieran taparse, y que esto sería mejor para la economía que no hacer nada. Pero se da la circunstancia de que en estos días sí tenemos algo muy importante que hacer y en lo que invertir, y que sólo desde la organización pública puede demandarse y orientarse. Urge invertir públicamente en políticas de regeneración ecológica, superando la dependencia de una energía fósil cuya oferta se verá severamente restringida en breve, y anulando o compensando el peligroso impacto ambiental de nuestra producción. Las economías que antes aborden su salida de la dependencia fósil entrarán con ventaja en el futuro, y en cualquier caso, si no marcamos una senda de superación del sistema productivo actual, la debacle climática nos arruinará a todos. Trabajamos demasiado en producir lujos contaminantes y casi nada en lo que de verdad necesitamos colectivamente. Hay motivos más que sobrados para pedir una mayor aportación de todos hacia este cambio, y especialmente para exigírselo a quienes han resultado más beneficiados con los desequilibrios de la economía financiera y fósil que nos ha traído hasta aquí. 

Pero sigamos cuestionando más cosas y soñando un poco más. Merece la pena puesto que son “sueños” realizables, (a partir de una voluntad mayoritaria que los buscara). Por un lado tenemos que en los países considerados punta de lanza de la prosperidad global se da un exceso de producción, un exceso de consumo y un exceso de ahorro especulativo que están desestabilizando el clima. Y por otro lado, esta sobreproducción no disminuye la desigualdad global sino que, al revés, está contribuyendo a ella con el actual acaparamiento de tierras y con una burbuja de precios en la alimentación internacional. ¿Cómo casa esta explotación global con la aparente escasez entre grandes sectores de la población de esos mismos países explotadores? Sin duda porque la desigualdad va creciendo también en estos países, y esa es la gran coartada intelectual para no reducir los excesos mencionados. ¿Cómo vamos a optar por producir menos si ahora no llega para todos? La realidad es otra muy distinta: llega y sobra para todos si hablamos de bienes básicos. Sobra hasta el punto de que es posible -y necesario- decrecer redistribuyendo el trabajo y los recursos, y limitando el impacto ambiental de la producción. Lo que no llega para todos es la riqueza. Ni siquiera es sostenible el consumismo actual. Hemos de cambiar esos mitos de riqueza y consumo por tiempo libre, y buscar en él los verdaderos valores, el compromiso, la vida social, la ilustración y el apasionamiento. Ese es el único horizonte razonable.

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Algunas referencias sobre el  el neoliberalismo del “consenso de Washington” y su declive:

El “consenso de Washington” ha sido ampliamente criticado por autores como Joseph Stiglitz, Naomi Kein o Noam Chomsky. También Susan George, especialista en deudas soberanas, ha revelado la verdad sobre este tipo de políticas neoliberales. Pero cada vez son más las voces que alertan de este mal que nos corroe:

- Acabemos con el control financiero en la gobernanza europea Susan George Julio 2011
El resultado es una feroz contracción de esas economías, hasta un punto sin precedentes. Cuando se impusieron medidas como las privatizaciones, los recortes salariales y la eliminación del gasto social en países realmente pobres como Níger, éstas se tradujeron en una hambruna y en muchísimas muertes. En Europa, tenemos algo más de margen, contamos con algunos cojines. Pero la economía griega ya se ha reducido en más de un 5 por ciento este año, el desempleo se ha disparado, los pequeños comercios se están hundiendo y se está privatizando absolutamente todo.”

- Abandonemos el Consenso de Washington, forjemos el Consenso de Estambul Susan George Agosto 2011
las únicas sociedades que solían etiquetarse como tercermundistas y han dejado atrás el subdesarrollo, desde Corea del Sur hasta China, hicieron la transición mediante políticas diametralmente opuestas a la fórmula recetada por los economistas neoliberales del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional: interfirieron de manera directa en los mercados con subsidios, controles de salarios y precios, altos aranceles, inversión pública masiva en educación, etcétera.”

- El fracaso del neoliberalismo en el mundo y la Unión Europea Vincenç Navarro
El número de países que pidió ayuda al FMI decreció espectacularmente como consecuencia de su falta de credibilidad y percibida incompetencia. Fue, durante la crisis iniciada en el 2007, que aumentó su reserva a 750.000 millones, reserva que se está utilizando primordialmente en los países del Este y del Sur de Europa. Sus recetas -que resultaron dañinas e ineficaces en los países asiáticos y latinoamericanos- son ahora llevadas a Europa.”

- En el “El Blog Salmón” pueden encontrarse estas críticas al consenso de Washington pero también alguna voz aún favorable al mismo. Al menos ya es un disenso.
- Algunas lecciones de la crisis financiera
- El consenso de Washington en crisis
- Strauss-Kahn: "Las políticas liberales de los últimos 30 años merecen una revisión"

- Cómo hundir bien hundido a un país Fernando Ónega
- Salvan a los bancos para hundir a los pueblos Juan Torres López
- Cuando los ricos pagaban el 63%
- Campaña de Avaaz - UE: La Gente contra Los Bancos
- Entrevista a Susan George en CNN+ (30min) en la que habla de su libro Sus crisis, nuestras soluciones.
- Documentales recomendados:
- La doctrina del Shock
- Deudocracia


Algunas referencias sobre la nueva política expansiva y ecológica a seguir:

- Breve entrevista a S. George en la que habla sobre la propuesta de un Green New Deal
- Hay grandes yacimientos de empleo verde en España
- Energía 3.0 por Greenpeace.

- Ed Balls' five steps fall short of a credible solution
- Why protect BAE jobs when you can convert them to the green economy?
- The case for a new kind of quantitative easing
- Documentos publicados por la británica new economics foundation:
- The Great Transition
- A Green New Deal
- The Cuts Won't Work